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Derecho comunitario internacional (página 2)




Enviado por Johny Joel Ruiz



Partes: 1, 2

  • Simetría o igualdad económica de
    unidades

Las diferencias o similitudes de algunos indicadores
como el ingreso per cápita y el tamaño de los
potenciales participantes en el proceso integrativo medido por el
PNB total, parece ser de importancia relativa mayor en los
procesos de integración entre Estados menos desarrollados,
que en el caso de Estados altamente desarrollados. Desde esta
perspectiva, MERCOSUR es bastante distinto en sus unidades lo que
en sí mismo, se constituye como una traba real en el
proceso de integración pues Uruguay y Paraguay no han de
conservar esta simetría con Argentina y Brasil.

  • Valor de la complementariedad de la
    élite

El nivel en que los grupos de élites dentro de
las entidades que se integran piensan igual, es de considerable
importancia, por tanto dependerá mucho de las
élites el grado de integración al que se quiera
llegar. Sin embargo se sostiene también que las
élites que han trabajado juntas eficazmente en una
situación transnacional, a continuación pueden
abrazar políticas divergentes que no conducen a la
integración. El nivel hasta el cual los burócratas
nacionales se vuelven participantes en la integración
regional determinará el nivel de su socialización,
considerada importante porque se dice que los burócratas
nacionales son cautos ante la integración por la posible
pérdida de control nacional.

  • Existencia de pluralismo

Mientras mayor es el pluralismo en todos los Estados
miembros, mejores son las condiciones para una respuesta
integrativa a la retroalimentación desde los mecanismos
del proceso. Esta es una falencia que se ha dado principalmente
en los procesos de integración del tercer mundo, al
contrario de lo que sucede en Europa.

  • Capacidad de los Estados miembros de adaptarse y
    responder

Cuanto más alto es el nivel de estabilidad
interna de las unidades y mayor la capacidad de los encargados de
tomar decisiones claves, más probable es que puedan
participar eficazmente en una unidad integrativa
mayor.

Los países latinoamericanos
–principalmente- se han considerado históricamente
como víctimas de constantes cambios políticos y
económicos y hoy en día, más que en el
pasado, no estamos en condiciones de decir que los países
de América Latina gozan de estabilidad, pues no es
así, ya que la misma es altamente vulnerable y dependiente
de factores externos tanto política como
económicamente, y continuamente cada unidad sufre cambios
internos en sus políticas y estructuras.

  • Estabilidad, Gobernabilidad e
    Integración

La actual tendencia a establecer lazos de
integración entre los Estados, principalmente por medio de
tratados de libre comercio –como instancia mínima de
integración-, plantea desafíos que conllevan la
necesidad de cuestionarse acerca de la acción que debe
orientar las decisiones de la sociedad en los distintos Estados
–en esta parte del trabajo nos referiremos principalmente a
la situación de los países de América
Latina-.

Este planteamiento es significativo si revisamos las
variables presentes en los actuales gobiernos, entre las que
podemos mencionar la gobernabilidad, el rol de los partidos
políticos, la inestabilidad como producto de la violencia
y el caos económico, lo que nos lleva a señalar que
aún con instrumentos jurídicos adecuados, existe un
desfase permanente entre los objetivos de integración y su
concreción (Holzmann, 1995: 17). Para analizar esta
situación, de aquí en adelante, nos apoyaremos en
la tesis que plantea Guillermo Holzmann (1995: 18-21) quien
postula la existencia de tres tiempos distintos, cada uno con
diferentes grados de avance:

a) Tiempo económico: definido por la velocidad
del intercambio.

b) Tiempo político: definido a partir de la
conformación de una voluntad política manifiesta de
los Estados con capacidad de concretar efectivamente una
integración con objetivos comunes.

c) Tiempo jurídico-institucional: definido a
partir de la estructuración formal de esquemas de
integración que dan la necesaria
institucionalización jurídica al intercambio
comercial.

Primero, es interesante señalar que el proceso de
integración se encuentra más avanzado en los
aspectos económicos antes que en los políticos, sin
embargo estos últimos son fundamentales en el
fortalecimiento del proceso, incluso podemos sostener que una
integración real necesita de un proyecto político
capaz de sostenerla. Así, factores como la
consolidación democrática, pasan a ser una
condición necesaria pero no suficiente para avanzar en la
integración.

Es indiscutible que la integración
económica y social afecta necesariamente a entidades
políticas soberanas, por lo que algunos autores plantean
que la integración es un fenómeno esencialmente
político cuya consecuencia es económica y social.
Hasta ahora la integración ha evolucionado preferentemente
en el aspecto económico, sin embargo, debemos reconocer
que su desarrollo no es posible sin la voluntad política
capaz de dar dinamismo a los instrumentos de negociación e
integración.

Por otra parte el Estado como actor principal de la
integración depende de la voluntad del gobierno, por
tanto, la definición por parte de cada gobierno de
objetivos estratégicos claros, es condición
necesaria para mantener y concretar la voluntad política.
Según lo anterior podemos afirmar que la
integración se constituye en un medio para alcanzar los
objetivos del Estado. En este contexto, al observar el proceso de
integración desde lo nacional hacia lo internacional, el
éxito o fracaso de la integración pasa por
condiciones de estabilidad y gobernabilidad de cada país,
como exigencia mínima capaz de soportar en forma adecuada
el desarrollo del proceso.

En el desarrollo del análisis que hace Holzmann,
la gobernabilidad democrática aparece como respuesta a la
necesidad de comprender el desarrollo de los procesos
políticos de los países, especialmente los de
América Latina.

Desde el punto de vista del autor en que nos estamos
apoyando, ya no es posible hablar de países más o
menos estables o inestables –debido principalmente a la
amplitud de estos conceptos-, más bien corresponde
identificar los elementos que dan forma al concepto de
gobernabilidad, entendida esta última como la capacidad de
regulación y manejo que se tiene de las instancias de
gobierno, de las demandas sociales, de los mecanismos de
legitimación política; y en general de aquellos
aspectos no estructurales que dan continuidad al sistema. La
gobernabilidad así concebida es la consecuencia de los
desafíos de la presente década, y se relaciona con
la necesidad de dotar a la democracia de una adecuada viabilidad
estratégica, de un adecuado procesamiento de los
conflictos sociales, y de la necesidad de superar la
dicotomía existente entre lo social y lo
político.

Por otro lado, la existencia de una cierta
relación entre estabilidad democrática e
institucionalidad como producto de la experiencia reciente de
Sudamérica hace poner la atención en la naturaleza
del régimen político, su sistema electoral la
estructuración del sistema de partidos etc. Resulta que si
se establece la existencia de conflictos institucionales,
éstos sólo se pueden resolver al estar definidos
los objetivos estratégicos de cada Estado. No obstante,
parece evidente la existencia de una relación entre el
quiebre del sistema democrático y el conflicto
institucional.

Lo anterior nos lleva a la necesidad de buscar
aproximaciones adecuadas al momento previo de declarar la
existencia de conflictos institucionales, y ello es lo que en
términos prácticos se busca establecer a
través del concepto de gobernabilidad. Así, los
elementos que en una primera aproximación
metodológica permiten la definición de los niveles
de gobernabilidad, serían:

I. Relación Presidente-Parlamento: corresponde a
la interacción de dos actores con intereses diferentes la
mayoría de las veces. El principal problema radica en que
el Presidente no puede actuar eficientemente sin contar con una
mayoría parlamentaria. O bien, la coalición de
gobierno sufre un quiebre y ello, por razones obvias, debilita la
capacidad de gestión del Presidente.

II. Personalización de la política: frente
a la carencia de definiciones claras en torno a los objetivos del
Estado, se tiende a preferir el levantamiento de líderes
únicos, que al no dar resultados son cambiados por otros
en las próximas elecciones, produciendo con ello una
creciente personalización de la gestión
gubernamental, lo cual disminuye y debilita la
participación ciudadana y la democracia.

III. Eficiencia del Estado: la administración
estatal en América Latina es, en general, ineficiente,
tanto en términos económicos como políticos,
como una derivación de privilegiar el control por sobre la
regulación que importa una alta incomunicación con
los actores que participan en el proceso. Otro aspecto de
ineficiencia lo constituye la capacidad del gobierno para hacer
frente a problemas centrales de la sociedad, como son la
delincuencia, la corrupción y el
narcotráfico.

IV. Relación civil-militar: sin duda es un
problema central. Los países de América Latina han
insistido en un control civil de las fuerzas armadas, en lugar de
una regulación civil. Si bien éste es un elemento
para establecer la gobernabilidad, debe tenerse presente que a su
vez es la solución de fuerza a una crisis de
gobernabilidad. Adicionalmente, debemos señalar que las
fuerzas armadas no han tenido, en general, vías de
participación en los procesos de integración,
excepción hecha por el MERCOSUR, que los ha integrado en
el proceso, constituyéndose en uno de los pocos campos en
que se ha tenido éxito. En el caso de la Unión
Europea –objeto de estudio del tercer capítulo- la
inclusión de temas militares y de defensa en el proceso de
integración de la región, se ha constituido siempre
en un factor de controversias, teniendo en cuenta siempre, que la
realidad de Europaoccidental es muy distinta a la América
Latina.

V. Regulación institucional: corresponde a la
necesidad de adecuar el aparato jurídico institucional en
términos de eficiencia acorde a la realidad de los nuevos
tiempos, que hagan posible una dinámica interna y permitan
una complementación con otras legislaciones. Es la
expresión de cambiar el control estatal por la
regulación estatal. Aspecto central de esta
cuestión, se refiere a la relación entre
empresarios y gobierno, donde existe una carencia de
coordinación en torno a los objetivos económicos y
políticos de estos actores. La experiencia
histórica demuestra que es necesario preocuparse del
problema de la gobernabilidad de las democracias. Uno de los
problemas que más afecta la estabilidad de los
regímenes democráticos son los conflictos
Presidente-Parlamento, la imposibilidad de construir
mayorías estables, la incapacidad de orientar
positivamente la relación civil-militar, todos los cuales
pueden enfrentarse a través de la corrección de
mecanismos institucionales, una vez definidos los objetivos
estratégicos de cada Estado. Recordemos que son justamente
problemas institucionales los que más han influido en la
inestabilidad política de la región. Al respecto
cabe tener presente que la percepción de amenazas por
parte de grupos estratégicos, como Fuerzas Armadas y
empresarios, introducen un problema grave en el funcionamiento
del sistema democrático.

Lo señalado precedentemente afecta a los actores
de la integración, tales como los propios gobiernos, los
empresarios, los inversores, los partidos políticos, los
organismos internacionales y a los especialistas. Cabe
señalar que son pocos los actores que poseen personal
especializado o preocupación por prepararlos, lo que
significa una disfunción creciente con las tendencias
actuales y con la complejidad del proceso, que a estas alturas
abarca problemas y aspectos de la más diversa
índole, y cuya carencia tiene un fuerte impacto en la
comunicación y coordinación entre estos actores.
Dicho de otra manera, significa una disociación evidente
entre el sector público y privado de cada
país.

La integración desde esta perspectiva se nutre
del aporte interdisciplinario, que considera entre ellos la
más amplia gama de ciencias y especialidades. La
aproximación política considera que los problemas
políticos y socioculturales distan mucho de estar
resueltos, tanto por la carencia de voluntad política como
por la diversidad de intereses existentes entre los países
de la región. En este sentido, la integración se
coloca en forma de pirámide invertida, donde la base
más ancha corresponde a sus intentos, y el vértice
a sus resultados concretos.

En ello influye significativamente el aspecto
político, entendido como la persistencia de conflictos
profundos al interior de cada sociedad que irremediablemente
socavan la racionalidad consustancial al proceso de
integración. De una u otra forma, el Estado liberal que
prima en casi todo el mundo, en América Latina no posee un
grado adecuado de racionalidad, quedando entregado a las
presiones e influencias yuxtapuestas de tipo social y
político. Si bien es cierto que América Latina ha
reiniciado su vida democrática hace ya algo mas de una
década, no es menor que ello constituye un período
de transición –dependiendo de los elementos de
análisis que utilicemos- tendiente a la
consolidación del Estado democrático, pero que no
es suficiente para sostener un proceso que importa y exige la
existencia de proyectos políticos basados en principios
complementarios o similares en cada país.

Para muchos, este proceso es un imperativo
histórico. Pero, ¿sobre qué proyecto
político? ¿El chileno, el brasileño, el
boliviano, el mexicano o, tal vez, el estadounidense? En
América Latina se mira con envidia el proceso que vive la
Unión Europea, y nos damos cuenta de que no poseemos una
"identidad regional"; no poseemos un proyecto político
común, y lo que es más grave, no tenemos intereses
manifiestamente similares ni complementarios. Los conflictos de
intereses por otra parte, constituyen un aspecto central en el
desarrollo de esta capacidad. En efecto, el conflicto entre el
interés nacional, representado por grupos de empresarios y
trabajadores, sumado a la opinión distinta de los
diferentes partidos políticos, sitúa el problema en
un nivel nacional que pocos países han logrado superar. Es
decir, aún no "se ha podido pasar el filtro de los
intereses particulares dominantes, organizados como grupos
corporativos". Así, los diversos factores de poder y de
presión en cada país, encuentran más
funcional defender el status quo, beneficioso para ellos, antes
que cooperar en un proceso de sustitución de importaciones
o de libre comercio.

En consecuencia, la definición de los objetivos
del Estado resulta ser un elemento primordial en este asunto. Si
un país no tiene objetivos definidos que velen por su real
interés nacional en el mediano y largo plazo, y
además carece de una adecuada conducción
político-estratégica, podemos señalar que la
integración es prácticamente imposible. En tal
escenario, no existe regulación de conflictos: se
acentúan los existentes, el interés nacional es
evaluado en términos reduccionistas, el Estado es un
instrumento de los grupos de presión con mayor influencia,
y la inestabilidad pasa a ser un factor consustancial al
desarrollo dependiente de estos países.

Por otra parte, debemos reconocer que los distintos
esquemas de integración han atravesado por etapas
similares en su evolución. Así, se tiene el
surgimiento expectante y promisorio de programas de
integración bio multilaterales, con claras muestras de
éxito en los primeros tiempos; luego le sigue un
período caracterizado por una evidente
desaceleración del ritmo de aplicación de los
instrumentos integradores, y la escasa posibilidad de
verificarlos; ello conlleva la necesidad de revisar dichos
instrumentos y a su reformulación para revitalizar todo el
proceso: luego es posible identificar un quiebre importante en
las iniciativas, para posteriormente encontrarnos en la
búsqueda de nuevas fórmulas de integración.
Esta situación se ha transformado casi en un
círculo vicioso que en la actualidad, más que
nunca, se encuentra estancado debido a los difíciles
problemas económicos y por tanto de inestabilidad por los
que atraviesa la región.

Sin duda, la componente política ha estado
presente en forma permanente, durante los últimos 25
años, en los intentos por orientar por los caminos del
éxito este proceso. ¿Basta, en consecuencia, con
tener capacidad imaginativa, o capacidad de establecer
vínculos jurídicos-institucionales o
económicos para la integración'? La respuesta, a
todas luces, es negativa. Negativa por la experiencia acumulada,
y negativa por la dinámica del mundo actual, que ya se
encuentra inserto en un "nuevo orden mundial".
¿Cómo se puede impulsar un proceso que, a su vez,
permita la liberalización de los mercados regionales, la
competencia con los mercados mundiales, la inserción
política de América Latina en el "nuevo orden
mundial", y además asegure la estabilidad de los
países en torno a un alto grado de gobernabilidad'? El
problema es complejo.

No podemos desconocer que los problemas de fondo
referidos tienen dimensiones socioculturales y, por supuesto,
políticas, que se entrelazan con lo económico, en
una relación circular: los intereses económicos
también determinan lo sociocultural y lo político,
y éstos son elementos profundamente enraizados en la
estructura de los países latinoamericanos. La moda actual
es la suscripción de Tratados de Libre Comercio a nivel
bilateral. Esta moda, impuesta por Estados Unidos, ha carecido de
una contrapropuesta por parte de América Latina y sus
países. En este momento, Estados Unidos elige al
país con el cual desea negociar –casos de Chile y
México-, mientras los demás deben esperar su turno.
Además. y como si fuera poco, determina la forma,
velocidad y profundidad de toda esa negociación. No
interesa el tipo de régimen político existente,
sino exclusivamente su manejo macroeconómico respecto a la
deuda y sus variables financieras, es decir, cada país
debe encontrar las herramientas que le permitan sentarse a una
mesa no solamente a conversar, sino a manejar en su haber las
ventajas comparativas que podría negociar. Y para ello,
los esquemas integracionistas hasta ahora existentes, constituyen
más bien una traba antes que un apoyo. Los equilibrios
macroeconómicos de los países del área
resultan por tanto fundamentales para lograr la mencionada
capacidad. Junto con ello el establecimiento de zonas o espacios
de integración que no vulneren la soberanía de cada
Estado parece ser indispensable para obtener los consensos
necesarios respecto a proyectos políticos de mediano y
largo plazo.

La tendencia a establecer lazos de integración
entre los Estados, visto como una respuesta al creciente proceso
de globalización, requiere una estabilidad
económica que equilibre las fluctuaciones en precios y
costos, para permitir un efectivo intercambio de bienes. Las
nuevas tendencias en el comercio internacional, altamente
eficiente y competitivo y caracterizado por un alto nivel
tecnológico y de información, poseen un impacto
evidente en América Latina en el sentido que deben
definirse las cuestiones sobre lo público y lo privado, el
rol del Estado, el aporte del sector privado a la
generación de una concertación social,
política, militar y económica, las estrategias de
nivel interno y externo. etc. Lo que sumado al aumento de los
instrumentos proteccionistas de los grandes bloques, deja a
América Latina enfrentada a responder un desafío
que en la actualidad sólo puede ser asumido por
países individuales, y donde los mecanismos de
integración pueden ser en alguna medida eficientes medios
para los equilibrios internos y externos de la región, con
la finalidad de construir argumentos sólidos y reales en
los procesos de negociación que se avecinan.

Más allá de los elementos y aspectos
señalados. se requiere tener presente que las variables
políticas inciden directamente en la formación de
una real voluntad política para insertarse en el nuevo
orden mundial, y poder hacer frente al impacto que tiene y
tendrá en nuestro continente dicho orden. Tanto la
integración latinoamericana, a nivel de medio, como la
inserción en los mercados globales, se definen por
consideraciones políticas que atañen la
definición de relaciones de poder y espacios de
interacción, a los cuales América Latina debe
concurrir con iniciativas y estrategias claras para su
creación.

Conclusiones

Como hemos observado a lo largo de nuestro trabajo
investigativo, en la actualidad el derecho Comunitario se
encuentra en un proceso de evolución, crecimiento y
consolidación, proceso que en una mayor parte se ha
desarrollado en la comunidad Europea quienes en la actualidad
poseen normativas concretas y bien evolucionada acerca del
derecho comunitario, lo cual desde nuestro punto de vista sienta
las bases para una evolución del derecho
internacional.

Como podemos recordar de temas anteriores, el derecho
Internacional ha venido evolucionando a lo largo de los
años, ejemplo de ello es el surgimiento de la ONU con
posterioridad a la segunda guerra mundial como reacción a
las nuevas necesidades Internacionales. De este supuesto nos
encontramos con el hecho que el derecho internacional este
viviendo una nueva transformación, nuevamente debido a las
necesidades modernas de globalización, que nos ocupa a
todos los habitantes del planeta, ya no podemos estar aislados,
ni particularizar el derecho internacional, esto ya sea al gran
avance tecnológico, como también a los grandes
problemas que enfrentamos de manera colectiva como el detrimento
de los recursos naturales a nivel mundial.

Por ultimo expresamos que como punto de partida pensamos
que el derecho comunitario es una buena opción de
mejoramiento del derecho internacional, en la cual como futuros
profesionales del derecho deberemos de participar en un futuro
inmediato para consolidar y mejorar el derecho internacional en
el periodo histórico en el que vivimos

 

 

Autor:

Johny Joel Ruiz

 

Partes: 1, 2
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